Es habitual que frente a un diagnóstico médico se pida una segunda opinión, acaso para despejar dudas o, simplemente, para confirmar un hecho.
Pero en el mundo del trabajo, cuando se trata del desempeño propio, parece que impera otra lógica.
Cuatro investigadores de Harvard, Jaewon Yoon, Hayley Blunden, Ariella Kristal, y Ashley Whillans han concluido, tras igual número de experimentos, en que se incluye un estudio de campo, que las opiniones poco aportan a mejorar la labor, y son los consejos los que entregan elementos de juicio para corregir, pues son más críticos y prácticos.
¿Se corrige entonces que siempre es mejor dar consejos que entregar opiniones? No necesariamente. Veamos por qué.
Imaginar el futuro
Respecto de los consejos, los cuatros investigadores arguyen lo siguiente:
“Cuando se pide a la gente que dé su opinión a menudo se centran en juzgar el rendimiento de los demás; pero piensan más en el pasado. Esto hace que sea más difícil imaginar el futuro de alguien y posiblemente un mejor rendimiento. Como resultado, los que dan retroalimentación terminan proporcionando información menos crítica y procesable. Por el contrario, cuando se les pide asesoramiento, la gente se centra menos en la evaluación y más en las posibles acciones futuras. Mientras que el pasado es inmutable, el futuro está lleno de posibilidades”.
Entonces, los expertos aconsejan (de eso se trata el artículo) que una opinión o comentario, por añadidura, está más relacionada con evaluar, mientras que un consejo, con mejorar.
Sin embargo, y como ya hemos dicho más arriba, no siempre aconsejar será (valga la redundancia) más aconsejable que comentar. Tal es el caso de las personas que tienen menos experiencia laboral, pues verán en la crítica una desmotivación en lugar de un comentario que les sirva como guía.
Dicho lo anterior, sintetizan los investigadores, las empresas y los ambientes laborales están cargados de oportunidades de mejoras. Para ello, no se debe dudar en pedir consejos a los compañeros y jefes.
Como referencia a lo que observaron cotejando consejos con opiniones, describen que en un estudio se les pidió a 200 personas que dieran su opinión sobre una carta de solicitud de empleo para un puesto de tutoría escrita. Para ello, “Se indicó a algunas personas que proporcionaran esta información en forma de comentarios, mientras que a otras se les pidió que proporcionaran consejos.
El resultado fue que quienes entregaron comentarios, en general, fueron vagos y con tendencia a los elogios. “Parece que esta persona cumple bastantes requisitos. Tiene experiencia con niños y las habilidades adecuadas para enseñarle a otros. En general, parece un candidato razonable”, fue una de las respuestas halladas.
Por el contrario, al revisar los resultados de quienes dieron consejos, se encontraron con más críticas y cuestiones de índole práctico. “Yo añadiría en su experiencia anterior la tutoría o interacciones similares con los niños. Describa su estilo de tutoría y por qué lo eligió. Agregue cuál sería su objetivo final para un niño promedio de 7 años”, fue una de las sugerencias.
En resumen, los consejos tienden a provocar más mejoras que las opiniones, pero se debe encontrar el punto de equilibrio entre ambas, para lo cual es recomendable tomar en consideración, por ejemplo, la experiencia de un trabajador, puesto que los años -nos atrevemos a inferir- proporcionan más herramientas para comprender que una crítica o consejo sostenido en argumentos apunta a mejorar el desempeño o corregir conductas fallidas que en algún momento de la vida laboral todos experimentan.