Como humanidad, llevamos sumergidos más de dos años y medio en una pandemia que nos tomó por sorpresa, toda vez que el mundo parecía un lugar seguro y cargado de certezas y respuestas frente a cualquier tipo de amenazas.
Pero la realidad, que entendemos como una construcción consensuada del mundo que percibimos y habitamos, ha mostrado otra cosa.
Y dicha realidad evidentemente ha permeado un aspecto de la vida fundamental para cualquier persona: el trabajo.
Lynda Gratton, académica del London Business School, habla de este tema a partir de un seminario que le tocó encabezar en febrero de este año y en donde participaron 250 personas pertenecientes a más de 100 empresas distribuidas en el mundo.
Lo primero que plantea es que tanto por el lado de los trabajadores como de los líderes brotó la palabra incertidumbre, algo que, bien pensado, más que catastrófico, puede ser una oportunidad de imaginar una nueva realidad tanto para quienes reclutan como para quienes buscarán trabajo o se mantendrán en el que tenían antes que arreciará el COVID.
Entonces, estaríamos viviendo entre las certezas que ofrecía el pasado, ese mundo anterior al brote de la pandemia, y las incógnitas del futuro.
Tres mensajes
La académica dice que en las conversaciones e interacciones entre quienes participaron en el encuentro hubo tres mensajes claros.
El primero tiene que ver con el sentido y es que “las personas en este momento están mirando hacia adentro, trabajando a través del impacto de sus hábitos, redes y habilidades cambiantes, y comenzando a imaginar otras trayectorias de vida”.
El segundo es que, a partir de lo anterior, por el lado de las empresas están mirando hacia afuera para percibir cómo se está comportando el mercado.
Y el tercer mensaje es que, como suele ocurrir o ha acontecido en otros momentos de la humanidad, quienes ya están actuando y se movilizan para entender el nuevo paradigma serán los modelos para imitar.
¿Pero cuál es este nuevo paradigma?
La autora habla de la dicotomía entre interior y exterior. Para ello cita el ejemplo de una persona a la que llamará John. Veamos qué dice.
“Siento que estoy empezando a cambiar. Ya no viajo a la oficina todos los días, pasé menos tiempo con mis colegas y más tiempo con mis vecinos, y me sorprendí con mis habilidades digitales; de hecho, todo el equipo está usando herramientas colaborativas virtuales de nuevas maneras”.
Lynda explica que, así como John, otras personas han descubierto que, junto con sus nuevas rutinas, conexiones y competencias, se produjeron cambios en su sentido de identidad. “Por ejemplo, John me dijo que ahora almuerza regularmente con un vecino que es dueño de una pequeña empresa. Durante estos almuerzos, han estado hablando sobre un proyecto paralelo que podrían hacer juntos. John está explorando tentativamente la posibilidad de convertirse en empresario”.
Y al tiempo que John y otros analizan sus vidas, las empresas observan lo que pasa y buscan la manera de atraer a los talentos.
En este punto -dice Lynda- son las personas quienes están empujando a las organizaciones a flexibilizar sus modelos de trabajo porque hemos visto que la gente está renunciando, acortando su jornada laboral o incluso tomándose largos períodos de tiempo para recorrer el mundo; es decir, el paradigma de trabajo de lunes a viernes, con horario y en la oficina, parecer haber quedado olvidado en un tiempo remoto.
Lynda cita como ejemplo lo que están haciendo firmas como Yo Telecom, Hutch y MBL Seminars que participan en un experimento de seis meses que contempla una semana laboral de cuatro días, y que está supervisado por académicos de las universidades de Oxford, Cambridge y Boston College.
Asimismo, cuenta que Deloitte ha animado a sus 20.000 empleados del Reino Unido a decidir “cuándo, dónde y cómo trabajan”. “Dejamos que nuestra gente elija dónde debe estar para hacer su mejor trabajo, en equilibrio con sus responsabilidades profesionales y personales”, explica el director ejecutivo de la firma, Richard Houston.
Reconociendo que no será algo fácil de similar en otras empresas, culturas o sociedades, Lynda Gratton sostiene que “este tipo de iniciativas corporativas, combinadas con las acciones individuales de las personas, darán forma a los límites exteriores de lo que es posible. Sus ejemplos ilustrarán nuevos caminos para trabajar y vivir”.