The Economist recoge en una reciente publicación la realidad que enfrentan muchas empresas y organizaciones en cuanto a la implementación, forzada por la pandemia, del trabajo híbrido.
El texto cita la investigación realizada por Nicholas Bloom de la Universidad de Stanford, quien sugiere que en promedio los trabajadores han considerado como si fuera un aumento salarial en torno al 8% el hecho de poder repartir la semana laboral entre la casa y la oficina.
Y la cifra, habrá que decir, no es baladí, sobre todo porque en países como Estados Unidos el aumento del costo de la vida se ha incrementado en un 8,5%, de acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional.
El artículo de The Economist explica que esta percepción similar a la de estar percibiendo un mayor ingreso se da por variables como la disminución semanal de los desplazamientos, el no verse forzado a vestirse especialmente para la ocasión e incluso en tener que invertir menos recursos del ingreso familiar en comprar ropa nueva.
Pero como se trata de una situación con dos puntos de vista (empleados y empleadores), es necesario revisar qué ven las empresas al respecto. En este sentido, los empleadores sí están interesados en que sus trabajadores regresen a las oficinas, ya que esto favorece las relaciones laborales y permite absorber la cultura de la organización.
Entonces, se presenta la disyuntiva de conciliar ambas perspectivas para que la modalidad de compartir la jornada laboral entre la oficina y la casa funcione tanto para trabajadores como empleadores.
¿Qué se hace?
La primera respuesta que se propone tras formular la interrogante de qué hacer es, ante todo, dejar en claro qué es lo que se espera de cada cual.
Por ello, desde el lado de las empresas es indispensable definir quién va a la oficina y qué días de la semana.
Otro punto es comprender que si la oficina es el lugar de socialización, intercambio de ideas y colaboración, el hogar será el espacio para el trabajo concentrado. Básico acá es resistirse a la idea de interrumpir o controlar de sobremanera qué se está haciendo. En el fondo, confiar.
El artículo también releva el hecho de definir cuáles labores se podrán ejecutar de manera asincrónica y cuáles en una reunión presencial.
“Fomentar un conjunto de protocolos de no molestar hace que sea menos probable que los empleados sean molestados innecesariamente”, se lee en el texto.
Agotamiento por falta de claridad o percepción de flojera.
Una investigación de Microsoft concluyó que durante el día laboral se producía el fenómeno del triple peak, lo que es que los tres momentos en que aumentaba la actividad eran temprano en la mañana, después de almuerzo y al caer la noche.
Para evitar que lo descrito en el párrafo anterior se entienda o como un exceso de trabajo o como que cada cual hace lo que quiere, se sugiere que las expectativas y los tiempos de respuestas estén totalmente claros.
Por último, el investigador de Stanford afirma que el desempeño entonces no tiene relación con espacios de tiempo en particular, sino con lo que él denomina “administrar resultados, no insumos”.