A diferencia de décadas atrás en que las condiciones laborales y de vida eran bastante más precarias, hoy las personas ya no sólo se conforman con un salario, incluso siendo satisfactorio para sus necesidades, sino que buscan sentido a lo que hacen, lo que se traduce en mejor desempeño, compromiso y satisfacción.
El asunto, y es materia de este texto, es que no abundan las investigaciones que clarifiquen qué es lo que hace que las personas hallen sentido a su trabajo y, al respecto, qué rol cumplen las jefaturas para allanar ese camino.
Para dar respuesta entonces a esas dos interrogantes, los académicos Catherine Bailey (Universidad de Sussex en Brighton) y Adrian Madden (escuela de negocios de la Universidad de Greenwich en Londres) se lanzaron a entrevistar a 135 personas de 10 ocupaciones disímiles y les preguntaron cuándo habían considerado que sus trabajos tenían sentido y cuándo no.
Lo que encontraron es que, a diferencia de otros aspectos del trabajo, el sentido era meramente personal. “Nuestros entrevistados hablaron de momentos no planificados o inesperados durante los cuales encontraron su trabajo profundamente significativo”, dicen.
En relación con las jefaturas, no dieron mayor relevancia a la calidad del liderazgo, pero sí advirtieron que las malas gestiones provocan que se extravíe el sentido de lo que se hace y recurrentemente se llegue a la pregunta ¿para qué hago esto?
Pues bien, a pesar de que los investigadores notaron que encontrar sentido al trabajo obedece a múltiples factores y a cuestiones de índole personal, lograron establecer que hay cinco aspectos clave que cultivar para que alguien se sienta pleno, y siete situaciones que destruyen en un trabajador el sentido de lo que hace a diario.
1-Autotrascendente
Citan que ya Maslov habló en su famosa pirámide de la importancia de la auto trascendencia incluso por encima de la auto realización. Al respecto, dicen que las personas, al referir qué les hacía sentido, apuntaban al impacto de su trabajo en otros. Por ejemplo “un recolector de basura explicó cómo encontraba significativo su trabajo al final del día cuando los desechos se enviaban al reciclaje. Este fue el momento en que pudo ver cómo su trabajo contribuía a crear un ambiente limpio para sus nietos y para las generaciones futuras”.
2-Conmovedor
Dicen que la investigación que llevaron a cabo, y contrariamente a lo que se piensa, arrojó que el significado no siempre se encuentra en una experiencia positiva o feliz. Gráfico, en este caso, resultaron las situaciones de “enfermeras que describieron momentos de profundo significado cuando pudieron usar sus habilidades y conocimientos profesionales para aliviar el fallecimiento de los pacientes al final de sus vidas”.
3-Sentido ocasional
Así como en las experiencias felices de la vida, los resultados de las entrevistas arrojaron que los momentos en que se encuentra sentido son puntuales y no se sostienen por periodos prolongados; no obstante ser tremendamente significativos. Para ello, la memoria ayuda a que esa carga simbólica sea un refuerzo en momentos rutinarios en que las cosas parecen ser irrelevantes.
4-Reflexión
Dicen que fue sólo cuando les pidieron a los entrevistados que contaran un momento en el que encontraron significativo su trabajo que desarrollaron una conciencia del valor de lo que hacían. “El significado rara vez se experimentaba en el momento, sino más bien en retrospectiva y en la reflexión cuando las personas podían ver su trabajo terminado”, precisan.
5-Personales
Este último punto plantea que “otros sentimientos sobre el trabajo, como el compromiso o la satisfacción, tienden a ser sólo eso: sentimientos sobre el trabajo. En cambio, el trabajo que es significativo se comprende no sólo en el contexto del trabajo, sino también en el contexto más amplio de las experiencias personales de vida”.
La pérdida del sentido
Y a diferencia de lo que las personas dicen respecto del sentido, en la vereda opuesta; es decir, en la pérdida de éste, sí aparecen las jefaturas como un elemento relevante. Al respecto, Catherine Bailey y Adrian Madden enumeran siete pecados capitales que cometen los líderes y que, en consecuencia, terminan por hastiar a sus empleados hasta el punto de preguntarse ¿para qué hago esto?
Estos pecados son: Desconectar a las personas de sus valores, la falta de reconocimiento, asignar labores distintas a lo que implica su trabajo, tratar a las personas injustamente, anular el buen juicio o pasar por alto las competencias, desconectar a las personas de las relaciones de apoyo y poner a las personas en riesgo de daño físico o emocional.