Tres principios para reencantar a los trabajadores

La motivación por el trabajo pasa por un periodo crítico. Las personas ya no sienten compromiso por lo que hacen y su capacidad de resiliencia en los ambientes laborales ha caído a mínimos históricos, rozando un 15%, de acuerdo con un estudio que se realizó en el Instituto de Investigación ADP (ADPRI). Marcus Buckingham, autor de “Amor + Trabajo: Cómo encontrar lo que ama, amar lo que hace y hacerlo por el resto de su vida”, entrega pistas sobre cómo revertir esta situación. En concreto, habla de inculcar el amor por lo que se hace y de tres principios: La gente es el punto, talla única para uno y confianza.

La cosa es más o menos así. En medio de la pandemia, muchas personas están renunciando a sus trabajos y los esfuerzos para reencantarlas a ratos parecen estériles, ya que las políticas de incentivo apelan a viejas prácticas que hoy no estarían dando resultados. Pareciera ser que variables como el salario y la flexibilidad horaria no dan respuesta completa a las inquietudes de los trabajadores.

Entonces, surge la interrogante… ¿qué debemos hacer?

Marcus Buckingham, consultor en negocios y orador motivacional, publica un artículo en la revista Harvard Business Review en donde se refiere a esta situación. El texto, que se basa en su libro “Amor + Trabajo: Cómo encontrar lo que ama, amar lo que hace y hacerlo por el resto de su vida”, propone algo que pareciera ser de perogrullo, pero que bien explicado cobra sentido: inculcar el amor por lo que se hace.

El investigador dice que hay tres elementos fundamentales para dar respuesta a esta situación que de seguro tiene de cabeza a los reclutadores y gestores de recursos humanos. Básicamente, plantea que debemos encontrar las respuestas a las siguientes preguntas:
¿Tenía ganas de trabajar todos los días de la semana pasada? ¿Tuve la oportunidad de usar mis puntos fuertes todos los días? En el trabajo, ¿tengo la oportunidad de hacer lo que se me da bien y algo que me encante?

Esas preguntas no son formuladas por Buckingham de manera antojadiza ni menos intuitiva, sino que nacen a partir de un estudio que elaboró en el Instituto de Investigación ADP (ADPRI) y en el que recogieron la opinión de 50 mil personas de distintas ocupaciones y diversos lugares del mundo.

Cuando los resultados se identifican y calibran cuidadosamente, los empleados pueden identificar las actividades que les encantan y se les ayuda a encontrar su propio camino hacia esos resultados, afirma.

Amor por el trabajo.

Lo que Marcus Buckingham propone cuando habla de inculcar el amor por el trabajo no es otra cosa que advertir cómo nos involucramos en lo que estamos haciendo, qué tan satisfechos nos deja la labor y cuánto entusiasmo hay en ello. Así lo explica:

“Si está haciendo el trabajo que le encanta, el trabajo no tiene por qué ser un factor de estrés, sino que puede ser una fuente de energía y resiliencia. De hecho, los datos del ADPRI sobre el compromiso muestran que las personas que encuentran el amor, la fuerza, la alegría y la emoción en lo que hacen cada día tienen muchas más probabilidades de ser productivas, de permanecer en la empresa más tiempo que otras y de mantenerse a sí mismas frente a los desafíos inevitables de la vida. Encontrar el amor en el trabajo, por lo tanto, no es autocomplaciente ni narcisista; es un precursor y un amplificador de la interpretación”.

Pero ¿cómo hacerlo?

Buckingham dice que los resultados del estudio, además de la investigación que hay en el campo de la neurociencia, así como su propia experiencia trabajando con individuos en distintas organizaciones, lo hacen concluir que reencantar a los trabajadores pasar por algo en apariencia simple, pero que sin duda requiere una nueva mirada estratégica de los recursos humanos; esto es vincular lo que cada persona ama hacer con las actividades concretas que efectivamente ejecuta al interior de una empresa. Es decir, potenciar las capacidades.

La gente es el punto, talla única para uno y confianza.

El investigador asevera que estos principios vinculados entre sí ubican a las personas en el centro de las organizaciones, pues obedecen a la lógica de cada trabajador es único, con intereses y habilidades particulares, las cuales puede desarrollar en tanto cuente con el espacio de confianza y reconocimiento necesario para ponerlas en práctica. Lo peor, afirma en este sentido, es estandarizar a las personas.

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